“Crux fidelis inter omnes arbor una nobilis: nulla silva talem profert fronde, flore, germine.
¡Oh Cruz fiel, el más noble entre todos los árboles! Ningún bosque produjo otro igual: Ni en hoja, ni en flor ni en fruto.”
Esto lo escribí hace ya algún tiempo. Hoy mi Anselmo está enfermo.
Mi casa es muy vieja. Es de adobe y tiene casi 100 años. Construida por mi bisabuelo, ladrillo por ladrillo, viga por viga y estilo haciendita. Como se acostumbraba en aquella época. Todas las ventanas dan al patio, así como todas las entradas, y solamente dos ventanas dan a la calle. Afuera de una de esas ventanas, vive Anselmo, nuestro árbol, el cual lo plantamos casi como dijera la canción de Alberto Cortéz,mi madre y yo… y todos mis hermanos.
Pues Anselmo creció y sombra nos dio y nos sigue dando, así como ha dado refugio a muchos pajaritos, a gente que se detiene a descansar a tomar sombra, a gente cochina que viene a dejar su basura, a gente que se resguarda de la lluvia, a coches, a policías. Sí, a policías porque también alguien tuvo la brillante idea de dejar un automóvil con un cadáver dentro hace algunas semanas.
Fue en la madrugada, y mientras los policías, siempre muy atentos eso sí, se encargaban de su trabajo, nosotros no queríamos salir para no entorpecer nada. No voy a negar que una parte de mí quería saber y ver la acción. Así como si estuviera viendo un capítulo de CSI, NCIS, Criminal Minds o lo que se asemeje. Así que como típica viejita metiche (o sea a través de las cortinas y luces casi apagadas) y los oficiales haciendo valla para que no viéramos nada, tratábamos de enterarnos cual era la situación. Pero, por otro lado mi Pepe Grisho, el cual yo consideraba ya tirado a la perdición y al vicio porque casi nunca le hago caso, me preguntó: “¡AJÁ! ¿Y luego? De verdad querés esa imagen en la cabeza rondando ahí por unos… toda tu vida ¿digamos?¿Querés eso tontita? (Aquí tengo que aclarar que Pepito Grisho es argentino y me “habla” en ese tono gracias al maravilloso trabajo de doblaje con el que cuenta Disney. Al final no hubo serie, no hubo NCIS, CSI, no hubo Law &Order SUV, no hubo créditos y sigue la película de amor de las 7:00. No, mi morbo y mi Grisho se encargaron de acomodar mi chakra de cordura- como si tal cosa existiera- y preferí cerrar cortinas y no asomarme. El resto hizo lo mismo.Está por demás decir que no dormimos en todo lo que restó de la noche. Y que al amanecer cada quien se fue a su trabajo como si nada hubiera pasado. AJÁ. Como si nada.
Aunque a nosotros no nos pasó nada directamente, al mismo tiempo paradójicamente pasó mucho. Por respeto a los integrantes de esta casa, no ahondaré en lo que sintieron cada uno de ellos, de lo que si puedo hablar es lo que sentí yo. Que es una mezcla entre tristeza y coraje.
Tristeza, por la persona que estaba dentro, que al día de hoy, no me importa si era hombre, mujer, casad@, solter@, si tenía problemas emocionales, sentimentales o económicos. Esos detalles y las respuestas a las preguntas que me hago solamente le tienen que interesar a los familiares de la víctima.
Miedo porque todavía me asomo en la madrugada esperando no encontrarme con algún otro “regalito”, porque si alguien estaciona su auto me he llegado a asomar esperando que sea conocido.
Y coraje porque tu crees que tu vida va tranquila con sus altas y bajas; que problemas tienes pero que tu puedes con ellos, y de la nada surge alguien que viene, estaciona el auto (porqué estaba bien estacionado y tenía la alarma puesta) y como si llegara a su casa se baja y total, que se quede ahí hasta que a alguien le de importancia al asunto. O se dé cuenta.
Coraje porque me siento invadida, siento que violaron MI espacio, MI zona de protección, MI lugar feliz;que la hicieron cachitos así como le hace el maestro de obras (ah porque déjenme aclarar que está en remodelación, pero de eso hablaré después) cada vez que derrumba pared para remodelar. Así se siente.
Coraje porque cuando he platicado de esto, y hubo gente que sintió asombro, otros miedo, otros empatía por cuestiones que les ha sucedido en cuestión seguridad y privacidad, que me dio uno y mil remedios para ahuyentar malas vibras, hubo uno que hasta se rió y yo me quedé con cara de… “Ah caray, ¿Pos a que hora conté el chiste?”
Coraje porque no faltó la persona que me dio el típico discurso del cual he tratado de deshacerme hace mucho.
Ese de “Es que estás sola, creo necesitas cambiar de casa o un hombre en tu vida que te proteja”.
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